Las personas que alcanzan la iluminación son más propensas a convertirse en fuertes: a menudo, los que son callados no suelen presumir, son verdaderos hacedores que pueden lograr la unidad entre el conocimiento y la acción. Pueden sentirse muy solos, prefieren la tranquilidad, no tienen muchos amigos y no disfrutan del bullicio, son propensos a la soledad y a reflexionar sobre problemas profundos. Tienen un deseo material muy bajo, comprenden la moderación, conocen las reglas naturales, son muy cautelosos en sus acciones, poseen la gran sabiduría de no pelear por la pelea, pueden abarcar el universo y tienen un gran corazón. A menudo, no son como las personas normales; prefieren la búsqueda de un mundo espiritual abundante y de alta moralidad, y en lo material tienen una actitud de satisfacción y alegría. Ven un mundo más grande que las personas comunes, no se preocupan por los detalles, pueden dejar ir más fácilmente, tienen mucha energía y a menudo dan primero antes de recibir.