El buen feng shui de un hogar se cultiva. No hay que estar lleno de resentimiento, no hay que hablar siempre de manera crítica o sarcástica. Especialmente entre familiares, lo que está mal no son las palabras, sino el tono. Si un niño comete un error, no hay que gritar, no hay que alzar la voz, no hay que dejar que el niño se sienta rodeado de miedo y olvide el error en sí. No dejes que tu pequeño hogar esté en estado de asfixia. Si elevas tu voz, el niño temblará; si cambias tu tono, toda la familia se pondrá nerviosa. Habla más suave, mantén tus emociones estables, puedes sentir enojo, pero no deberías desahogarlo; puedes comunicarte, pero no deberías enfurecerte. Algunas suertes se pueden gritar lejos, y algunos niños pueden volverse tontos por ser reprendidos. Gritar solo hará que la gente se vuelva tímida, no corregirá a nadie. Debes bajar el tono de voz en casa, hacerlo más cálido. Enfócate menos en enfatizar, menos en cuestionar, no compitas en volumen, compite en temperatura. En un hogar, no hay que desgastarse hablando todo el tiempo. Aprende a cultivar una boca próspera, mantén la calma y utiliza palabras amables, así la buena suerte llegará pronto a tu puerta.